La guerra por la península de Corea disputada entre los años 1950 y 1953 entre Corea del Sur, apoyado por los Estados Unidos y otros países occidentales, y Corea del Norte apoyado, a su vez, por la República Popular China y la Unión Soviética, fue una de las más sangrientas y formó parte de la guerra fría a partir de la división territorial que intentaron establecer los Estados Unidos y la Unión Soviética. Dejó un país destrozado y a la población sumida en la pobreza.
La posterior recuperación económica que catapultó a Corea del Sur como la cuarta economía de Asia ocultó la raíz conservadora que tiene la sociedad surcoreana que en cuanto a la pureza de los linajes familiares con una pretendida homogeneidad étnica que deriva en discriminar el nacimiento de niños no deseados.
La madre soltera pobre es marginada en Corea del Sur. El hecho de criar un niño en soledad es motivo de crítica. Las mujeres de otra condición acceden a la posibilidad de abortar en el extranjero. Por otro lado, esa actitud social hace que algunas madres abandonen sus hijos y tal decisión se mantiene en un alto nivel de anonimato porque, a su vez, es repudiada por los empleadores cuando previo a contratar a alguien indagan en los antecedentes familiares de la interesada.
El pastor Lee Jong-Rak de la iglesia de la comunidad de Jusarang en Seúl, la capital de Corea del Sur, al tomar conciencia que, en virtud de una costumbre extendida, las adolescentes dejaban los bebés nacidos abandonados en la calle, estableció en 2010 una “caja para bebés”, un nicho rectangular con temperatura acorde que, ubicado en un muro de la iglesia, oficiaba en refugio para bebés abandonados. Luego el pastor ingresa a los bebés en orfanatos y están en condiciones de ser adoptados, en función de una legislación que contiene numerosos grises.
Actualmente 300 niños por año son entregados en ese país en las “cajas para bebés”. Este método se va extendiendo paulatinamente en el mundo. De forma tal que hoy existen métodos similares en Pakistán, Polonia, Rusia, Malasia, algunas ciudades de Alemania, Suiza y algunos estados de los Estados Unidos. En algunas latitudes se entiende que es una forma de permitir el desarrollo afectivo del bebé con personas interesadas en adoptar.
“Broker” según el director es una pieza complementaria de “Un asunto de familia”, dado que vinculan a personas que no son consanguíneas para establecer familias no convencionales. Trata sobre una mujer que abandona a su bebé en una iglesia. Dos maleantes que se dedican a comercializar los bebés que son dejados en guarda en esos recipientes alteran la grabación de las cámaras exteriores y se apropian del bebé abandonado. En la película la madre se arrepiente de su decisión, vuelve y allí descubre la trapisonda.
Luego de ese encuentro, se suma a los malvivientes en procura de encontrar una familia para su hijo, en un periplo con características de road-movie que en su desarrollo va incorporando elementos y personajes, con múltiples subtramas. Entre ellos, un par de personas que persiguen a los escapados y el misterio que se cierne sobre la identidad del padre de la criatura y su ausencia.
El fuerte título, “Broker”, le permite al director marcar la particular situación que se va intercalando en la historia, donde las personas que pretenden la intermediación aludida no en todo el desarrollo de la trama son las mismas y los intereses sobre la criatura se modifican, casi, permanentemente.
Pero lo esencial del film está en la mirada del director, en el sentido que propone una realidad que con el devenir de la historia corre del centro de la escena a la anécdota inicial (el abandono de bebés y su consiguiente tráfico) y va focalizándose en las relaciones humanas que se conforman a partir de seres en situación de necesidad afectiva.
A medida que se desarrolla la trama la dureza inicial va perfilándose más humana. Compatibiliza drama con comedia. Es notoria la empatía que mantiene el director con sus personajes. Utiliza para ello no sólo una adecuada dirección de actores, sino además la música y la fotografía y una estética que consigue transmitir la intención del director.
Pero eso no es todo, porque la película consigue despertar el interés por analizar cuestiones universales como el concepto de paternidad y maternidad, familias ensambladas o disfuncionales, el valor económico que se le asigna a los bebés priorizando a los niños por sobre las niñas, incluso la dicotomía que se deriva muchas veces de egoísmo o vanidad, al preferir adoptar bebés y no niños con mayor edad e igual orfandad. Otro elemento sustantivo es la reflexión respecto de la identidad personal del niño adoptado que se lesiona al desconocerse su origen.
De todas formas, planteados los temas el director opta, elegante e inteligentemente, por no emitir juicios. Lógicamente quedan muchos interrogantes planteados a los que cada espectador debe tomar como interpelación y desafío.
Hirozaku Kore-eda tiene una larga trayectoria en el cine japonés. Pero además, ha incursionado con “La verdad”, en una producción francesa que contó con la participación de Catherine Deneuve, Juliette Binoche y Etan Hawke y con sus films ha obtenido premios en los grandes festivales. En Cannes obtuvo el Premio del Jurado y una Mención especial del Premio Ecuménico, en 2013, por “De tal padre, tal hijo”, la Palma de Oro en 2018 para “Un asunto de familia” y el Premio al mejor actor a Song Kang-Ho, en 2022. En San Sebastián recibió premios de la crítica en 1998 por “After Life”, en 2008 por “Still Walking”, en 2011 por “Milagro” y el Premio del Público en 2013 por “De tal padre, tal hijo”.
En el cine de Kore-eda, son protagonistas familias que encaran una cotidiana disputa contra la adversidad y en esa contienda renacen y se reinventan intentando superar las tragedias. Sus historias terminan siendo corales y desborda humanidad en su tratamiento. La crítica de The New York Times ha dicho sobre el cine de Kore-eda que es “emocionalmente directo, y su forma de fusionar naturalismo y fábula recuerda la magia neorrealista de Vittorio De Sica”. Es sin duda un cine con fuertes lazos con la realidad contemporánea, con una observación universal, focalizando las dificultades y contratiempos a que la sociedad se ve sometida.