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Es conocido que publicar un libro no es una empresa fácil y accesible. Hubo muchos escritores que obtuvieron reconocimiento luego de haber tenido enormes dificultades para publicar.

Así, entre otros, James Joyce interesó infructuosamente a cuarenta editoriales para publicar “Dublineses” y otro tanto para su “Ulyses”. Marcel Proust deambuló por editores indiferentes con el manuscrito de “En busca del tiempo perdido”. Le pasó lo mismo a George Orwell y su “Rebelión en la granja”. Es conocido el desinterés de reputados editores por “Cien años de soledad” de García Marquez. Y más próximo en el tiempo los rechazos que sumó J.K.Rowling al intentar publicar su “Harry Potter”.


Sin embargo, en todos esos casos, la insistencia logró que finalmente se conocieran los textos y sus autores, en mayor o menor medida, tuvieron en vida, la repercusión y relevancia que los libros merecían.


Hubo otros rechazos que derivaron en consecuencias menos satisfactorias. John Kennedy Toole nació en 1937 en la sureña ciudad norteamericana de New Orleans. Fue un excelente estudiante y se graduó como profesor, actividad que desarrolló gran parte de su vida.


En 1961 tenía terminado un manuscrito sobre un peculiar personaje. Ignatius J. Reilly es un joven algo excedido de peso, hijo único, poco afecto al trabajo y a los compromisos, preocupado sólo por comer. Su imagen es deprimente, ordinaria y vagamente desagradable. Se mantiene generalmente sucio, con restos de comida grasosa en su rostro. Su indumentaria, gorra de cazador, camisa de franela y pantalones de tweed, es invariable, tanto en invierno como en el caluroso verano de New Orleans. Un personaje ligeramente repulsivo.

La conjura de los necios

Pero a la vez, Ignatius –tal vez, en parte, un alter ego del autor- es tierno, gracioso y protegido de su madre. Cultor de mal gusto y modales inadecuados. Es un inadaptado social, vuelca en cientos de cuadernos su resistencia frente a un capitalismo que abomina. Un joven de treinta años que teme perder el confort del ámbito donde reside. Detesta a los “necios”, los otros tan desplazados y marginados como él. Un personaje que ha salido una sola vez de su ciudad y le teme a lo desconocido.

Su madre, Irene, pertenece al grupo social de personas que buscan aparentar tanto lo que no son como lo que no tienen. Una clase media que guarda formas de convivencia mientras en soledad repudia esas mismas conductas. En ese mismo sentido, goza de emborracharse en privado y falsea en público.

El relato de las picardías y excentricidades de Ignatius y la relación conflictiva y en parte intolerante que mantiene madre e hijo es el centro de la novela de Toole “La conjura de los necios”, el manuscrito que convencido de su calidad llevó a la editorial Simon and Schuster.


Toole tomó el nombre de obra de una cita de un libro de Jonathan Swift, un escritor inglés del siglo XVII, que fuera el autor de “Los viajes de Gulliver”, y otros libros. La cita aludida era: “Cuando en el mundo aparece un verdadero genio, puede identificársele por este signo: todos los necios se conjuran contra él”. Swift utilizando la sátira, fustigó a la sociedad en que vivía y polemizó sobre la condición humana.

La biblia de neón

“La conjura de los necios” de John Kennedy Toole le sirvió a su autor para hacer una feroz crítica a la sociedad norteamericana contemporánea, con su rutina pueblerina intolerable, su comportamiento claramente hipócrita, su capitalismo inmisericorde, todo bajo una pátina de humor mordaz, directo y en parte, escatológico.


Toole, recibió un rotundo rechazo del editor, el que lo conminó a modificar su manuscrito. Ante esa actitud, Toole volvió a su casa y lo guardó en una caja de zapatos debajo de su cama. Su madre, varios años después encontró los papeles y peregrinó ante editoriales, para que finalmente en 1980, la Universidad de Louisiana la publicara y ello implicara que el autor, póstumamente, obtuviera el famosísimo Premio Pulitzer.


Previamente, la madre de Toole que había tenido que hacerse cargo de la demencia senil de su marido, se había contactado con el escritor Walker Percy quien se interesó por la novela. Con ese impulso, Thelma Toole pudo conseguir que dos capítulos del libro aparecieran publicados en la New Orleans Review en 1978. Luego del merecido éxito del libro, se publicó en varios idiomas


Años antes, el 26 de marzo de 1969, en la afueras de la ciudad de Biloxi, que debe su nombre a una tribu amerindia de la reserva Siouan, a los 31 años, a la sombra de unos pinos, apareció muerto en el interior de un de un viejo Chevy Chevelle azul, John Kennedy Toole. Había puesto fin a sus días, conectando una manguera del caño de escape a la ventanilla del vehículo. No había conseguido encontrar un sentido a su vida. Los rechazos y la incomprensión signaron su destino y careció de voluntad para revertir un destino que acechaba trágicamente.

John Kennedy Toole

Cuando ya había fallecido la madre de Toole, los representantes de los derechos de su hijo, impulsados por el éxito del libro, interesaron a los editores con otro manuscrito que a los dieciséis años John había desarrollado, “La Biblia de Neón”, una aguda sátira sobre el fanatismo religioso que anida en el sur de los Estados Unidos, con el centro en David, un adolescente y la relación con su tía Mae.

Cory MacLauchlin, un escritor de Virginia, encaró una biografía de John Kennedy Toole en “Una mariposa en la máquina de escribir”. Abarca la corta vida del autor, la relación con su familia, fundamentalmente con su posesiva y decisiva madre, y para ello se contactó con los amigos para poder entender las ideas de Toole y considera de interés la correspondencia que éste mantuvo con Robert Gottlieb, el editor que sistemáticamente rechazaba la posibilidad de publicar el manuscrito de “La conjura de los necios”.

John Kennedy Toole ha quedado en la historia de la literatura norteamericana como un genio lamentablemente frustrado, que dejó dos notables novelas, que podrían haber sido el promisorio preludio de otras creaciones valiosas. “La conjura de los necios” es un libro tan delicioso como cáustico; tan simpático como agresivo; tan gracioso como interpelante. Podría decirse que es una novela disfrutablemente genial.