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Mantener presente la llama de la poesía es una necesidad imperiosa e imperativa en virtud de la finitud extrema que le concede la realidad a las cosas. El carácter introspectivo y profundo que los versos contienen lo hacen próximos pero, a la vez, interpelativos. Tal situación genera muchas veces resistencia en el lector porque el compromiso que es necesario para la poesía no siempre se compadece con la futilidad y la superficialidad de los tiempos contemporáneos.

El dejarse llevar por la poesía es un desafío permanente. “Borrar los límites o establecer una continuidad entre la vida concreta y la poesía es una suerte de gran utopía” afirma el poeta y crítico chaqueño Daniel Freidemberg, y agrega como necesario “que leer un poema sea poner a trabajar mi inteligencia, mi sensibilidad y mi imaginación”.

Si, a su vez, el poeta manifiesta un compromiso con el hombre, con la sociedad, con impeler el rescate de la memoria, la búsqueda de la historia personal y colectiva, nos encontramos con un ejercicio que eleva a la obra literaria a niveles mayores.

“¿Qué uno entre todos/si no todos?/¿Qué todos/si no uno y uno y todos/en cada uno/ y en todos?” escribe Alberto Szpunberg, poeta nacido en el barrio de Caballito en Buenos Aires el 28 de septiembre de 1940 y fallecido hace cinco años, el 13 de noviembre de 2020 en el hospital La Alianza de Barcelona, víctima de complicaciones derivadas del coronavirus.

Szpunberg fue un poeta que a los veintidós años pudo publicar su primer libro de poemas “Poemas de la mano mayor”, impulsado por el poeta y periodista Eduardo Romano, quién además escribió la solapa del poemario. Fue uno de los poetas más jóvenes de la que se dio en llamar “Generación del ´60”, entre los que se encontraban el Premio Cervantes Juan Gelman, Juana Bignozzi, el asesinado por la dictadura militar Miguel Ángel Ramón Bustos, Julio Huasi, Luis Luchi y el librero Héctor Yanover, entre otros. 

Respecto a ese grupo de escritores, el poeta salteño Carlos Aldazábal declara en Página 12, “más allá de lo generacional, es una poesía profundamente humanista, que conmueve, que dice. Hay mucho oficio en su escritura, desde el soneto hasta la poesía de vanguardia. (Szpunberg era) un poeta lírico atento a la realidad y que nunca renegó de ella. Era un poeta que vivía como escribía y esa coherencia no lo abandonó nunca. Él era un militante político, pero también un militante de la poesía, y en su concepción estética los dos ejes se cruzaban.”

En ese primer libro, Szpunberg exterioriza influencias del tango (el libro tiene un epígrafe de los hermanos Expósito). Dijo el autor: (el libro) “es ciudadano y tanguero que también puedo ubicar históricamente, porque responde a tendencias del momento”. De forma tal que el Tata Cedrón y el bandoneonista César Stroscio grabaron con el Cuarteto Cedrón en 1982, algunos de los poemas de ese libro, entre ellos “De los dos”. En ese mismo año, Jorge Sarraute musicalizó poemas de Szpunberg y de Luis Luchi en “A medio hacer todavía” y en 1987 “Todos se dan vuelta y miran” con un homenaje a Szpunberg y a otros poetas argentinos que hayan residido o residían en Barcelona.

La voluntad personal de transformar y cambiar el mundo lo llevó a Szpunberg a formar parte del Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) y a publicar “El Che amor” en 1965, que recibe al año siguiente una Mención del Premio Casa de las Américas en Cuba. En este libro con el poema “Marquitos” homenajeó a su amigo Marcos Szlachter.

Se interesó por la docencia. En la UBA, desempeñó el cargo de director de la carrera de Lenguas y Literatura Clásicas y profesor de Literatura Argentina y Medios de comunicación desde 1973. Como periodista fue redactor y director del suplemento cultural del diario La Opinión desde 1975 y hasta el golpe de estado de 1976 cuando se exilia en el municipio de El Masnou a 20 kms. al este de Barcelona.

Como dice Silvina Friera en Página 12, “estaba convencido que la poesía es un estado de asamblea permanente”. En Barcelona “con nostalgia y tanto dolor por las treinta mil ausencias”, escribió “Su fuego en la tibieza” en 1981, libro dividido en cuatro partes, “Casa allanada”, “Despedidas”, “Correspondencia Baires-Salzburgo” y “Exilio en El Masnou”. Con un sentido ascético, Szpunberg habla de su experiencia en el exilio, con una marcada melancolía y la sensación de pérdida, de falta de identidad con el lugar donde se reside, víctima del desarraigo. El poemario es reconocido con el Premio Ciudad de Alcalá de Henares de Poesía. 

Al retornar a Argentina, retoma su labor poética con libros que obtienen premios, como “Luces que a lo lejos” (1993), el Premio Internacional de Poesía Antonio Machado. Daniel Freidemberg, autor del prólogo de la publicación de Editorial Colihue que en el año 2008 incluyó “Apuntes” texto del año 1986 y “Luces que a lo lejos”, esas luces a la que alude Szpunberg no son las de Buenos Aires al regresar sino las de una “Tierra prometida”. “no un lugar de arribo seguro ni un paisaje predibujado sino un objeto de deseo implícito de la realidad, ante cuya presencia todo lo que compone el pasado y el presente adquiere otra dimensión, como si volviera a manifestarse o renaciera de una suerte de inexistencia”. 

Otros libros, “La encendida calma” (2002), “El libro de Judith” (2008), “Traslados” (2012) y “El hombre revelado” (su último libro publicado en 2016) mantuvieron su presencia en la literatura argentina siendo un referente de importancia con su poesía directa.

 “La academia de Piatock” (2010) recupera su origen judío. Los personajes a los que le da voz y la sucesión de los versos generan una continuidad, un encadenamiento que integra la aldea judía donde nació su padre, la cuna del jasidismo, su propia infancia y los diversos idiomas que formaron parte de su historia. Alicia Genovese afirma que el libro “cristaliza las características de su escritura pero, aligeradas de imperativos. Ideas e imaginación confluyen en una gran asamblea, a través de diferentes voces que imitan deliberaciones filosóficas, proletarias, con una carga de auto ironía no exenta de ternura ni carente de idealismo”.

En 2013 publica “Como sólo la muerte es pasajera”, su poesía reunida, que incluye, además, cinco libros hasta el momento inéditos: Sol de noche, Cómo solo la muerte es pasajera, El síndrome de Yessenin, Ese azar, este milagro y Como el clavel del aire.

La trayectoria de Szpunberg fue reconocida con el Premio Rosa de Cobre de la Biblioteca Nacional en 2014, el Premio Nacional Cultura Argentina y el Diploma al Mérito en la disciplina “Poesía: Quinquenio 2009-2013” de la Fundación Konex el mismo año. En 2021 la Biblioteca Nacional publicó “Guardianes de Piatock. Miradas sobre Alberto Szpunberg con textos de (entre otros) Horacio González, Teresa Parodi, Eduardo Romano, Alicia Genovese y Jorge Sarraute.

Sería atendible que la negligencia acostumbrada de la vorágine fútil del hoy no impida seguir teniendo presente a Alberto Szpunberg, como uno de los mayores exponentes de la poesía en español. De manera que la memoria sea ese instrumento necesario, imprescindible de la vida, para tornar activos sus versos de “El nombre revelado” “Y aunque recordar no es suficiente, recordemos,/y aunque recordar no está de moda, recordemos,/y aunque recordar ya no es más que lejanía,/algo del espanto queda sellado en el brazo”.