La adolescencia es la etapa de la vida donde se producen las transformaciones psíquicas, hormonales, sociales y espirituales de mayor significación. No es una definición original, pero no deja de ser vital. De la forma que se atraviesan esos hechos depende el proceso que cada uno las incorpore en su ser.
En “Close” (2022), Leo (Eden Dambrine) y Remi (Gustav De Walle) son dos preadolescentes de trece años que viven en un pueblo de Bélgica y mantienen desde muy chicos una estrecha amistad. Recorren en bicicleta el trayecto desde sus casas hasta la escuela y comparten juegos y diversiones. Cada uno de ellos es una visita recurrente en la casa del otro y sus familias los adoptan como propios. Recorren hermosos campos de flores. Se relacionan con afecto, internalizan una amistad que los integra e identifica, sin que ello derive manifiestamente en otros sentimientos.
Pero en la escuela son sometidos por sus pares a bullying, ataques homofóbicos y marginación. La respuesta de los dos amigos no se da de igual manera. Leo se aleja, deja de exteriorizar sentimientos, recurre a intentar demostrar su virilidad integrando un equipo de hockey sobre hielo, esforzándose por mostrarse violento. Incluso, a mitad del film, en una escena clave, expresa iracundia con su amigo. Remi, en cambio, prefiere manejarse con calma y ejecutar el oboe en un recital, con una sensibilidad a flor de piel.
En una situación que emparenta, en parte, a este film con “Los espíritus de la isla”, la actitud de Leo de apartarse de Remi, los aleja y en este caso, provoca una decisión drástica en éste. El suicidio de Remi, relatado sin detalles explícitos y con un profundo respeto por el director Lukas Dhont, es procesado, en principio, por Leo y las dos familias con una mansedumbre derivada de la incertidumbre que se deriva de una resolución tan dolorosa en una edad tan promisoria.
A partir de ese momento, la película adquiere su mayor rigurosidad e interpelación. Lo inexplicable de la interrupción de la vida por propia voluntad siempre deriva en amargas introspecciones, en reacciones destempladas y dolorosas. Adquieren contexto y entidad, algunos detalles de comportamiento que no siempre se perciben trascendentes al devenirse, como el encierro frecuente de Remi en el baño. Remi estaba procesando el dolor de no ser, la angustia de sentirse solo sin el acompañamiento de su amigo, que había optado por amoldarse al sentido social.
A propósito el director ha expresado: “Léo, (..) quería que tuviera miedo ante cómo los demás podían percibir su amistad como si fuera algo sexual. Su amigo se encuentra ante los mismos juzgamientos, pero no hace nada para cambiar su comportamiento. Léo es tan importante para él, lo ama profundamente y no entiende su cambio de actitud”.
Hay escenas de una honda conmiseración. Las familias vuelven a reunirse, luego del hecho, con una naturalidad que esconde un dolor suspendido en el ambiente. La serena relación que mantienen no es más que una continuidad del acompañamiento y aceptación que los chicos recibían de sus padres.
Sin embargo, también hay escenas de reacciones que están muy logradas. La desesperación de Léo cuando se entera que su amigo tomó la penosa decisión y corre en busca de lo que no desearía certificar. La natural actitud de rechazo por parte de la madre de Remi, Sophie (interpretada por Émilie Dequenne, la heroína de esa gran película de los Hnos. Dardenne, Rosetta), cuando Leo se auto incrimina al confesarle que se había alejado de su amigo. La culpa conmueve a Léo, no puede procesar una sensación que lo confunde. Pero la conducta de la madre complementa una visión más abarcadora cuando, reflexionando, vuelve sobre sus pasos y lo contiene.
Los exteriores notablemente fotografiados guardan una integridad con la trama, con los largos paseos en bicicleta, o los recorridos en la campiña en la que se produce la cosecha de flores y generan una mansedumbre muy virtuosa, sobre todo, reflejando la relación entre los amigos en la primera parte del film. Esos exteriores fueron filmados en los alrededores de Zundert, en la zona de Brabante Septentrional, Países Bajos, donde nació Vincent Van Gogh y donde se realiza la más antigua feria de flores de Europa el primer domingo de septiembre de cada año. Por otra parte, lo urbano fue filmado en el pequeño pueblo de Wetteren en Flandes Oriental, Bélgica.
Lukas Dhont, joven director belga, había trascendido con su primera película, “Girl” (2018), donde desafió a las mentes conservadoras, al plantear el drama de una adolescente que se percibía haber nacido en el cuerpo equivocado. Ahora, con “Close”, que define como una derivación de “Close friendship” (amistad cercana), y está inspirada en el libro “Deep Secrets” de la psicóloga Niobe Way, consigue un film admirable que mantiene una crudeza suavizada por una mirada poética y una contención permanente. Con este trabajo, confirma la idea que es uno de los realizadores más agudos de su generación.
La sensibilidad que aflora en las generaciones más jóvenes, propensas a desarrollar con mayor naturalidad sus deseos y sentimientos, no siempre encuentran el ámbito adecuado y el respeto en sociedades reacias a procesar y comprender que la libertad consiste en el respeto por la integridad y la intimidad del otro. La mirada de subestimación que exuda supremacía, desdén e inclemencia impide y condena a quienes buscan vivir su vida sin condicionantes.
La actuación, tanto de los protagonistas, como de sus madres, es de una hondura y compenetración con la trama que es admirable. La fotografía y la música, conjuntamente con una edición impecable, le dan marco a un guión de ascetismo justo y, por eso mismo, contundente.
La película obtuvo el Gran Premio del Festival de Cannes, los premios principales de los festivales de Haifa, Hamburgo y Sevilla, entre otros y fue candidata al Premio Óscar como mejor film en idioma extranjero, compitiendo con “Argentina, 1985”, galardón que obtuvo la formidable “Sin novedad en el frente”.