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Carmen Guarini es una importante directora, profesora y productora de cine argentina. Es, también, antropóloga doctorada en la Universidad de Nanterre, París, Francia.
Guarini como directora ha realizado documentales, compartiendo en algunos de ellos dirección con Marcelo Céspedes, con los que ha efectuado notables aportes al rescate de la memoria, tanto de la historia reciente del país, con “La noche eterna” (1991), “La voz de los pañuelos” (1992), H.I.J.O.S., el alma en dos” (2002), “D-Humanos (Baldosas en Buenos Aires)” (2011), “Calles de la memoria” (2012); como de trayectorias comprometidas, “Jaime de Nevares, último viaje” (1995), “Walsh entre todos” (2015), “Gorri” (2010) sobre Carlos Gorriarena, “Ata tu arado a una estrella” (2018), sobre Fernando Birri y un reflejo del periodismo policial “Tinta roja” (1998).
Su productora Cine-Ojo, conjuntamente con Marcelo Céspedes desde 1986 ha participado en numerosas películas de importantes directores como Fernando Birri, Alberto Marquardt, Andrés Di Tella, Cristian Pauls, Edgardo Cozarinsky, Sergio Wolf, Alejandro Fernandez Moujan, Jorge Goldenberg y Franca Gonzalez.
Investigadora de CONICET, ha tenido una vasta tarea docente, dictó clases de Antropología en la Universidad de Buenos Aires, y actualmente continúa trabajando en la Maestría de Cine Documental en la Universidad del Cine (FUC). También ha participado en numerosos talleres en la EICTV- Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de Los Baños, Cuba. Actualmente se desempeña como Vicepresidenta de DAC (Directores Argentinos Asociados), dirige el DocBuenosAires (Muestra Internacional de Cine Documental de Buenos Aires).
Algunos días antes del 24 de marzo de este año, mantuvimos con Carmen, un diálogo abordando su trayectoria, su compromiso y su visión de la actualidad

Gustavo Labriola – Cómo llega el cine a tu vida?

Carmen Guarini – El cine llega como pasión cinéfila primero y como compromiso después. Vengo del campo académico y el cine me permitió aunar dos intereses, la antropología y la imagen audiovisual para comunicar conceptos, visiones, observaciones del mundo. Soy una sobreviviente de la Cinemateca del Hebraica, habitué de cineclubes en tiempos oscuros, de buscar estrenos de películas que eran prohibidas…Las y los jóvenes de hoy no perciben lo dificultoso que era llegar a la obra de un director, de ver una película a la que no tenías forma de acceder sino por la suerte que arribara a estas latitudes en algún estreno o de alguien que podía tenerla y difundirla casi manualmente. Otros tiempos donde cada película, creo, se valoraba más. Hoy todo eso parece lejanísimo. Es fácil encontrar cualquier película en plataformas o en archivos digitales que se pasan entre amantes del cine, programadores, etc. Curiosamente esta accesibilidad quizás haya hecho disminuir la cultura cinéfila. Es una hipótesis. La facilidad del acceso valoriza menos el producto. Entonces, volviendo a tu pregunta, el cine que llega a mi vida contiene para mí todo eso, no sólo son las películas que me formaron, sino el modo en que llegaron a mi vida.

GL – Tenés directores/directoras referentes y a quienes consideras como maestros/maestras?

CG – Ciertamente tengo referentes que me marcaron y además de los grandes maestros como Fellini, Bergman, Antonioni, Pasolini, Bertolucci, Godard… por nombrar algunos, que resumen la mirada europea en el cine de ficción, y están Welles, Scorsese, Casavettes… de la usina norteamericana, del lado de un cine más independiente de los estudios hollywoodenses, y cada uno fue y es para mí, una escuela de cine. 

Por el lado del cine documental aparece Joris Ivens, Jean Rouch, Agnès Varda, Chris Marker, como los grandes impactos que recibí cuando me formé en Francia. Luego en la línea latinoamericana vienen Birri y Solanas que conmovieron mi paisaje. En paralelo hay un eje o panteón donde tengo que nombrar a Robert Kramer y Johan Van der Keuken dos pilares fuertes que me produjeron sendos cimbronazos en lo que considero el cine de lo real (al que en sus inicios yo llamaba “documental de creación” y rápidamente mutó a “cine no ficcional o cine ensayo”).

Pero son sólo unos pocos nombres del siglo XX que me vienen rápidamente a mi memoria. Debería citar a muchos otros que me fueron marcando ya en este siglo y que se han convertido también en referentes. Sería una larga lista. Estamos formados por imágenes, nos atraviesan, nos modifican y nos contienen. Lo que importa me parece, es que somos siempre deudores de alguien que narró antes y que nos legó esas miradas. Soy consciente que trabajo dentro de un marco de comprensión condicionado por películas que me enseñaron a ver el mundo, a pensarlo y me toca a mi plantear mis propias preguntas.

GL – Cómo abordas un proyecto? 

CG – De maneras muy diversas. Algunos llegaron por encargo, otros por casualidad, otros por curiosidad, depende. No siempre es el mismo inicio.

GL – Consideras que el documental es un género que visibiliza realidades ocultas? 

CG – Creo que todo el cine puede visibilizar realidades que no se revelan a veces fácilmente a la mirada. Y esto es porque el mundo de cada uno es limitado. En este sentido el cine te acerca a situaciones a las que difícilmente se acceda, te permite descubrir vidas, conflictos, historias que ni siquiera pensábamos posibles. Es su riqueza.

GL – El documental se cruza con la ficción?

CG – No pienso que el documental se cruza con la ficción, yo digo que todo es ficción o todo es documental. Una película es pura reinterpretación. De ahí en más que inventes una historia o que la construyas a partir de imágenes reales es la masa que uno modela. Pero lo que se construye como relato es invención, bien a partir de un real, bien a partir de una historia inventada pero que siempre tiene una base, un pie en lo real. Lo exige la necesidad de verosímil que tiene todo el cine, sin lo cual, es difícil que el espectador acceda al relato.

GL- Es posible concretar un proyecto sin la financiación por parte del Estado?

CG – Sin duda que es posible, hay directores que trabajan sin financiación del estado, pero son las excepciones. Pero el cine es parte de la cultura de un país y por lo tanto es necesario que exista el apoyo de instituciones estatales. Esto sucede en todas partes.  

GL – Ves en riesgo la actividad audiovisual actualmente?

CG – Sin duda que está en riesgo la continuidad de un cine que viene creciendo y sosteniendo una presencia y un prestigio local e internacional. Interrumpir este proceso con el falso argumento que provoca déficit al estado, es de un absurdo que sólo la derecha ignorante puede propagar y la gente que no tiene la menor idea de cómo funciona la producción audiovisual, cree. Hay un engaño muy grande en esto, pero eso es porque las derechas ven en la cultura un peligro. Su propia ignorancia no les permite ver la importancia económica e identitaria que tiene promover no sólo el cine sino todas las expresiones culturales. Ven siempre en esto un peligro. Y eso es porque sus referentes son escasos. El pensamiento crítico es lo que a mi entender mueve la cultura y sin duda un gobierno que cercena derechos y promueve el odio hacia el otro distinto, le teme al pensamiento crítico, porque lo cuestiona y lo disputa.

GL – Crees que la sociedad es consciente del riesgo que implica para la cultura la desaparición del INCAA, el cierre del ENERC y la venta del cine Gaumont? 

CG – Un gran porcentaje no tiene conciencia, pero no puedo ponerle cifras. Desde luego no es la mayoría. Pero la gente vive desinformada, es el gran triunfo de este siglo de los canales virtuales de comunicación o de incomunicación. Creemos saber más y sabemos cada vez menos. Muchos jóvenes creen que leen porque leen en las redes sociales por ejemplo. No tienen paciencia para los textos largos, ni a nivel de lectura ni de escritura. Mucho se ha perdido y todo se ha vuelto aparentemente audiovisual. Se piensa que hay una mayor transparencia, se cree demasiado en lo que se ve, sin cuestionar lo que se ve. Hay un fetichismo de la imagen. Es lo que ha triunfado. Se construyen modelos performáticos que son los que ganan elecciones, confunden y cuando la gente se detiene a comprender ya es tarde. Hay un nuevo modelo cultural que viene triunfando. La escuela debería resistir este modelo. Es difícil. No digo negar el avance tecnológico, pero usarlo como una herramienta, como una parte. Ahora es el todo.

GL – Alcanza con las manifestaciones de los agentes culturales en la calle para impedir el desmantelamiento del cine argentino?

CG – Por supuesto que no alcanza. Se requieren de acciones de los agentes políticos que están en niveles de decisión y al que los productores de cultura no llegamos. Pero la visibilización del problema en las calles es totalmente necesaria. Es el modo en que nos permite romper el espejo de las redes, apagar los teléfonos y encontrarnos cuerpo a cuerpo en el mundo real para plantear el conflicto, la amenaza y ojalá, la solución.

GL – Cómo han sido tus experiencias en los festivales de cine?

CG – Han sido variadas. Pero siempre traté de usar a los festivales de cine como escuelas. Son lugares en donde aprendí muchas cosas. Donde descubrí otras miradas, otros valores. Siempre los usé como eso, como lugares de aprendizaje. No me interesa para nada el lado superficial y glamoroso que tienen algunos. Tienen algo mágico también, no lo voy a negar, pero esa es la parte del cine como negocio. No estoy en ese nivel. Sigo siendo cinéfila pobre en ese sentido. No tengo ambiciones comerciales. Obviamente que se necesita dinero para hacer películas y nada reemplaza una buena producción. Por eso es necesario seguir alentando los apoyos estatales e institucionales y hay que decir que en todos los festivales del mundo también intervienen los estados, porque son las formas que tiene la comercialización de lo que se produce y de este modo la posibilidad de darle continuidad a las cinematografías de cada lugar. La producción de cine es circular, digamos. Tiene un circuito de retroalimentación, por eso es falso decir que es deficitario. En general es una industria (cuando lo es) que le permite a los estados ganar o al menos recuperar el dinero en forma directa e indirecta. Es inversión, no gasto.

GL – El cine, o el arte en general, puede hacer las sociedades más tolerantes?

CG – Creo que sí. Pero no quiero romantizar ni idealizar la cuestión de la tolerancia, que es muy amplia como concepto. En todas las sociedades conviven tolerancia e intolerancia. Es una disputa y es en ella donde se hace la historia de los pueblos cada día.

GL – Hoy, el reclamo de Memoria, Verdad y Justicia ha perdido consenso en la sociedad?

CG – Creo que el 24M lo sabremos. Entiendo que no, que es un reclamo vigente y potente. Nuestra sociedad ha construido un consenso democrático a partir de un Nunca Más y eso nos ha permitido también crecer en nuestros derechos, tomar conciencia que somos sujetos con derechos. Por eso los reclamos. En eso es imposible retroceder. Un gran ejemplo de resistencia y escuela de todo esto lo han sido y son las Madres, Abuelas, Hijos y Familiares. Ejemplos de gente que comprometió su vida para mostrarle a la sociedad que no debe dejarse avasallar. Creo que en eso Argentina es un país ejemplar en el mundo.

GL – Hay espacio para la utopía?

CG – Siempre hay espacio para la Utopía.

Filmografía:

Buenos Aires, crónicas villeras (1986)

A los compañeros la libertad (1987)

La noche eterna (1991)

La voz de los pañuelos (1992)

Jaime de Nevares, último viaje (1995)

Tinta roja (1998)

Partition pour voix de femmes (2001)

H.I.J.O.S., el alma en dos (2002)

Meykinof (2005)

Gorri (2010)

D-Humanos (“Baldosas en Buenos Aires”) (2011)

Calles de la memoria (2012)

Las voces del viento (2014)

Walsh entre todos (2015)

Ata tu arado a una estrella (2018)

Maria y los 12 de la Santa Cruz (2023)

Ofrenda (film colectivo) (2023)