Antonio Machado, desde su Sevilla natal se nutre de la geografía castellana de forma tal que los recuerdos de la infancia (“Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla/ y un huerto claro donde madura el limonero”) conforman un elemento esencial de su poesía conjugado con el sentimiento nacional español, la valoración de la mujer, la promulgación de la verdad y la resistencia a la opresión.
Machado fue uno de los referentes más relevantes de la “Generación del 98”, junto a su hermano Manuel, Pio Baroja, Miguel de Unamuno, Ramón María del Valle-Inclán, a la que han recurrido como maestros y puntales los poetas que años después, sobre todo en Cataluña, conformaron lo que se denominó la “Generación del 50”.
La “Generación del 50, también conocida como la de segunda generación de posguerra o de medio siglo o de los niños de la guerra, en España se conformó a partir de escritores españoles nacidos alrededor de 1930 y que transcurrieron su infancia en los años de la Guerra Civil y su formación literaria con posterioridad a su finalización. Los autores que integraron este grupo, que en su mayoría pertenecían a la denominada “escuela de Barcelona” se sintieron motivados por vivencias similares al transitar el horror de la guerra. Así los unió la preocupación por la ética, las experiencias individuales (amorosas y/o amistosas) que se materializó en un estilo intimista, las reflexiones filosóficas, la liviandad de la vida, la preocupación social y el sarcasmo irónico.
Algunos de los autores que conformaron esta corriente fueron: Carlos Barral, José Agustín Goytisolo, Francisca Aguirre, los premios Cervantes Juan Goytisolo, Francisco Umbral, Juan Marsé y José Manuel Caballero Bonald y el más reconocido de todos ellos Jaime Gil de Biedma. Francisco Brines uno de los poetas que compartieron la generación, señaló que “de todos los poetas españoles del siglo XX pocos, tienen una obra con tal cantidad de poemas y versos memorables como Jaime Gil de Biedma”.
Jaime Gil de Biedma nació el 13 de noviembre de 1929 en una familia de Barcelona, dedicada al comercio. Por tal motivo, luego de vivir algunos años con su familia en Segovia, fundamentalmente durante la Guerra Civil. Durante esa contienda, al tener que mantenerse recluido, no hizo otra cosa que leer y disfrutar de los paisajes. La guerra me permitió –dijo- aprender a leer, aprender a releer, a pensar sobre lo leído y a recitar de memoria largos poemas”.
Más adelante, luego de estudiar derecho, pasa un tiempo en Oxford, haciendo un curso de economía, y allí descubre a Wystan Hugh Auden, T.S. Elliot, Mathiew Arnold. Ya en España se había interesado con su coterráneo, años más adelante Premio Nobel, Vicente Aleixandre y el cubano Nicolás Guillén.
Gil de Biedma cumplió tareas dirigenciales en la Compañía General de Tabacos desde 1955 y por más de treinta años, tanto en Barcelona, donde estaba la sede central de la empresa, como en Manila, donde se llevaba adelante la explotación del tabaco. También lo llevó a cabo en capitales europeas y asiáticas, donde se trasladaba para realizar operaciones comerciales. Su atildado vestuario, su contracción y eficiencia en el trabajo y sus logros empresariales le permitieron mantener la posición dentro de la multinacional española.
La Compañía General de Tabacos de Filipinas fue una empresa española que explotaba el tabaco en el país asiático. Filipinas estuvo bajo dominio hispano desde 1521 hasta 1898, cuando luego de la guerra hispano-estadounidense las islas fueron cedidas por España a Estados Unidos.
Pero Gil de Biedma era un fino poeta que expresó con pasión los sentidos que le explotaban en la piel. Homosexual, sus versos aluden al amor sin que se desprendan de ellos su elección sexual. Eligió el comunismo clandestino de la oscura España franquista y sus versos, tallados pulcra y armoniosamente, compuestos con potencia y cadencia vital, marcaron su posición ideológica, expresando una opción de vida: “Nuestra obligación contra el régimen y contra esta España opresiva y gris es la felicidad”.
Reconoce que la amistad con Carlos Barral y José Agustín Goytisolo le confirmaron su intención de escribir poesía. “Hacer poesía fue para mí una manera de construirme un muro contra el mundo exterior, una suerte de andamio contra mis propias debilidades interiores. Luego, cuando a partir de los años cincuenta me interesé por la poesía social, fundé mi propia voz, una voz que luego no he querido dilapidar, repitiéndome”. De forma tal, qué en su vida, sólo publicó ochenta y siete poemas.
Gil de Biedma aludía a que “poesía de la experiencia es escribir un poema donde la voz que se escucha cuando se ejecuta el poema surge la vida, padece la existencia, hace sentir el recuerdo del placer o el dolor de las separaciones.”
Fallecido en 1990 como consecuencia de sida, reflejó su doble vida, de cuidado y refinado empresario de día y amante ardiente y efusivo de noche, en su libro “Diario del artista”, que la conocida Carmen Balcells, publicó por expreso deseo del poeta, luego de su muerte.
En un resumen certero de su voluntad, pensamiento y compromiso, escribió: “Que la vida iba en serio/ uno lo empieza a comprender más tarde:/ como todos los jóvenes, yo vine/ a llevarme la vida por delante./ Dejar huella quería/ y marcharme entre aplausos/ -envejecer, morir, eran tan sólo/ las dimensiones del teatro./ Pero ha pasado el tiempo/ y la verdad desagradable asoma;/ envejecer, morir,/ es el único argumento de la obra”.