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La literatura argentina se ha jerarquizado con numerosas mujeres de notable carácter, de sutil prosa, de cadencias armoniosas y severas, de concreciones sensibles y palmarias.

Se han destacado, y sólo considerando narrativa, en un tiempo (sin ánimo de configurar un listado, por lo imperfecto e injusto que todo listado es) entre tantas: Silvina Bullrich, Beatriz Guido, Marta Lynch en las décadas del ´60 y del ´70. Victoria Ocampo, algunos años antes. Angélica Gorodischer, algunos años después. Y en el presente siglo, Aurora Venturini, Selva Almada, Mariana Enriquez, Samanta Schweblin y sigue la lista.


Entre tanta calidad literaria hay una escritora nacida en Ledesma, un territorio jujeño dramáticamente conocido por la represión cívico militar y la participación de Blaquier en la persecución a los obreros de su empresa. Libertad Demitrópulos, a quien nos referimos y de quien este año se cumple el centenario de su natalicio, ha escrito uno de los libros más logrados de la literatura argentina.

“Rio de las congojas” es el libro con el cual Libertad Demitrópulos aborda la denominada conquista y colonización. El río es el Paraná y la ubicación geográfica de gran parte de la historia es la localización urbana que derivaría luego en la primera fundación de Santa Fe. Publicado en 1981, en pleno proceso dictatorial -una época de férrea censura- la autora se aventura a desarrollar una polifonía que combina y argamasa la discriminación de género, color de piel y origen.

María Muratore, la protagonista central y categórica del relato, mestiza y amante incondicional de Juan de Garay, es una mujer que no trepida en defender al hombre que ama pero, consecuencia del tiempo en que vivió, se sabe secundaria y mantenida en la oscuridad. Ana Rodriguez, por otra parte, si bien no era más que otra amante de Garay, al ser blanca y española era la mujer que éste atisbaba a mostrar mientras María lo acompañaba y apuntalaba en las sombras.

El largo deambular del vasco Garay desde la opulenta (en esos años) Asunción hasta la desembocadura del río Paraná buscando el mar y fundar en 1580 la “Ciudad de la Trinidad”, en los terrenos que alguna vez habían sido los de la primera fundación de “Santa María de los Buenos Aires”, tiene su paso por Santa Fe y en ese peregrinar se ven las dificultades que la imposición de una cultura sobre otra genera, manifestada con claridad en la rebelión de los “Siete Jefes Criollos” contra Garay.


En el libro la atención transita por subrayar la presencia concomitante y predominante de criollos, morenos y mujeres como partícipes necesarios e involuntarios en una cruzada que tenía mucho más de interés económico, dominación territorial y social, expedición exterminadora e imposición realista que integración cultural y evangelización moralista.

Así María, unida en un matrimonio impuesto con su tutor Blas Acuña, una mujer que de niña había sido huérfana, mestiza y profundamente sufrida, deja Asunción en pos de Garay y lo sigue hasta Santa Fe y luego hasta Buenos Aires. Su dureza y determinación hace que se disfrace de hombre para seguirlo al español y bajo esa identidad fallezca en combate. Por ello ese personaje toma un protagonismo único e inédito. El protagonismo de aquella persona que desmiente lo inexpugnable de la dominación, el lugar asignado como “subalterna” y el sometimiento patriarcal. María es transgresora, de forma tal que engaña a ese mismo poder, trasmutando sus ropas y demostrando que la fortaleza habita en su carácter por encima de las convenciones sociales y los mandatos impuestos. Terminó configurándose como una “mujer de armas”, “una aventurera”. Su desafío transfigural fue su grito de independencia e identidad. María fue Fernán Gómez, porque ella quiso serlo y para mostrar la entereza que anidaba en su ser.

“Río de las congojas” está escrito con un lenguaje atractivo, estéticamente elaborado y consecuente con la época que relata. Demitrópulos incita a rever la historia desde la óptica de los dominados. Aquellos que fueron olvidados e ignorados, cuando no vilipendiados. Es un faro de reflexión y memoria. Esos marginados fueron imprescindibles en esa época y en la conformación de las ciudades en el Río de la Plata. Su entrecruzamiento con los blancos de Europa, puede hacer presumir que gran parte de los habitantes de nuestro sur profundo contiene sangre originaria o negra. Debería ser un recordatorio para valorar esas génesis, respetar la personalidad del “otro” y naturalizar la convivencia pacífica, integral y armónica.

El libro es ubicado por Ricardo Piglia junto a “Zama” de Antonio Di Benedetto y “El entenado” de Juan José Saer, como las tres obras maestras que reconstruyen imaginariamente la conquista española del Río de la Plata y ha motivado que, oportunamente, lo haya recomendado para integrar, junto a los otros dos, la Serie del Recienvenido.

Demitrópulos, que en sus inicios se dedicó a la poesía, fue la esposa del poeta salteño Joaquin Giannuzzi y se sintió convocada por la impronta de Eva Perón. Trabajó activamente en la Fundación que llevaba el nombre de esta líder. Ese hecho y su admiración por Evita le ocasionó como a Aurora Venturini y al mismo Leopoldo Marechal, el ostracismo, la marginación y el olvido de parte del mundo literario. Así, durante muchos años no fue considerada. La fuerza y el magnetismo de “Río de las congojas” hacen que se la revalorice y se le conceda el lugar que corresponde como una de las escritoras más sutiles y notables de la literatura argentina.