El nuevo cine argentino se ha caracterizado desde sus inicios, entre otras particularidades relevantes, en encargarse de personas comunes e historias cotidianas, como la del Rulo (Luis Margani) en “Mundo grúa” (1999) de Pablo Trapero. Margani, tenía un taller para electricidad de autos, sin experiencia actoral con el único antecedente artístico de haber pertenecido al grupo musical “Séptimo Regimiento”, que había popularizado el tema “Paco camorra” utilizado en la película “El profesor patagónico” (1970) de Fernando Ayala.
O “Pizza, birra, faso” (1998) de Israel Caetano y Bruno Stagnaro, con el Cordobés (Héctor Anglada) y Pablo (Jorge Sesán) como dos jóvenes marginales, envueltos en una historia de desocupación y pobreza, que asaltan a los pasajeros de un taxi, complotados con el chofer, y comen las pizzas de Uggi´s frente al Obelisco, tomando cerveza y fumando.
Esas películas tenían el antecedente de “Rapado” (1992) de Martin Rejtman, con la que se puede considerar que comienza el Nuevo Cine Argentino, en una época en que, conjuntamente con las opiniones críticas de las revistas de cine como El Amante y Film, la proliferación de centros de enseñanza de cine y la promulgación de una nueva ley de cine, coadyuvaron para la concreción de películas de noveles directores que representaron a su generación. Sumado a la reedición del Festival de Cine de Mar del Plata (a partir de 1996) y la creación del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI) en 1999.
Martín Rejtman había nacido el 3 de enero de 1961 y con veinte años se fue a estudiar dirección en la Universidad de Nueva York. Luego trabajó como asistente de montaje en los estudios romanos de Cinecittà, donde vivió el último día de filmación de “Y la nave va” (1983) de Federico Fellini. Al retornar a la Argentina, es meritorio de dirección de “En retirada” (1984) y segundo de dirección de “La búsqueda” (1985), ambas de Juan Carlos Desanzo.
“Rapado” está basado en un cuento homónimo del propio director. Es el primer largometraje de Rejtman y cuenta la historia de dos jóvenes (Ezequiel Cavia y Damián Dreizik) desde el momento que le roban una motocicleta a uno de ellos. Pero, es más que eso. Es una película, dice Florencia E. González en “Fantasmal. Inventario crítico del cine argentino de 1897 a la actualidad”, “sobre la incomunicación y la necesidad de escaparse del ámbito familiar”. Por otra parte, “las escenas portan una cantidad mínima de información, ostentan una forma económica respecto a la puesta en escena actuando antes que razonando en un presente que no piensa en un antes ni después (…). El filme no pretende aleccionar con mensajes, moralejas, sentencias ni explicaciones. (…) No persigue una lógica que explique el funcionamiento de las relaciones sociales, ni tampoco va en búsqueda de una salida o una denuncia”.
Esa es una de las principales innovaciones que Rejtman hace en el cine argentino. Dice en un reportaje: “Mi intención en ese momento era contar una historia cercana; una historia de personas similares a mí. Un universo cotidiano que no se contaba en el cine argentino que, en ese momento, tenía ideas un poco más ambiciosas en el mal sentido”. Respecto al cine argentino que se producía en momentos del estreno de su película, Rejtman afirmaba: “No me gustaba nada. No me creía las actuaciones ni los diálogos, no me gustaba la puesta en escena, nada me interpelaba.”
En un reportaje concedido a Página 12, Rejtman agrega: “Era un momento en que el cine argentino no era un páramo. Era peor. No había de dónde agarrarse. No podía escuchar hablar a los personajes cómo se hablaba en el cine argentino. No podría mostrar lugares como los que se veían en el cine argentino.”
En un libro de reciente aparición “Es solo una película. El cine según Martín Rejtman” de Pablo Chernov y Fernando Krapp y prólogo de Sergio Wolf, se agrega un “diario apócrifo” sobre la filmación de “Rapado” redactado por Chernov, que a su vez, fuera publicado en el N° 3 de Revista de cine. En ese diario, con las correcciones del propio Rejtman, éste cuenta, entre otras cosas, las accidentadas incidencias que atravesó buscando financiamiento para la película. Y que terminó consiguiéndolo de Hubert Bals Fund de Holanda, país donde realizó la posproducción, cuando en primera instancia contaba con la promesa del productor alemán que había producido “Bajo el peso de la ley”, tercera película de Jim Jarmusch. Todo esto, en momentos que el INCAA no tenía asignada la función principal el fomento del cine argentino.
En ese libro, el crítico David Oubiña afirma respecto de “Rapado”: “es realista en un sentido interesante. No entiende el realismo como una mera reproducción (…) de lo que tiene que ser la realidad, sino que, me parece, es realista en el sentido que hay una tensión con la realidad. Toma cosas de ésta y las devuelve enriquecidas con alguna connotación crítica o tensa.”
Rejtman años después presenta “Silvia Prieto” (1999), que dice la escribió para que la actúe Rosario Bléfari, y respecto en la cual, David Oubiña indica que el director alcanzaba la perfección de su estética. La película, como en toda su filmografía, combina la comedia y la tragedia. La melancolía gobierna la atmósfera que congrega un sutil y preciso humor negro.
En esa película Rejtman juega con el cambio de vida que se le produce a una chica llamada Silvia Prieto cuando descubre que existe otra mujer con su mismo nombre, y se relaciona con ella. En esta película el director recurrió a otras actrices con experiencia, como Valeria Bertucelli y Mirta Busnelli. Pero también, contó con actores sin experiencia como Vicentico. Más allá de la relación entre las protagonistas y sus vínculos, se la ha relacionado a la película con lo que acontecía en Argentina en los años ´90 y los críticos la vinculan con los intereses de la generación de la protagonista. Por algo, Wolf en el prólogo del libro referido afirma; “luego de ver una película de Rejtman sentimos que el mundo se parece a él”.
Perfeccionista, riguroso, de forma tal que en su siguiente película, “Los guantes mágicos” (2003), Rejtman rodó setenta y cinco veces una misma escena. En esa película, un remisero (Vicentico) envuelto en una crisis económica, vende su Renault 12 para (propio de la época en la que Rejtman pensó el guión) importar guantes mágicos de China.
Cuenta Rejtman en el libro mencionado que “el origen de “Los guantes mágicos” viene de la imagen de Vicentico vestido con camisa celeste, manejando un remis, con anteojos, peinado de una manera muy diferente de cómo se peina siempre. Y que ese remis fuese un Renault 12, un auto que casi no es apto para ser un remis, ya que se trata de una categoría un poco baja, inclusive a comienzos del 2000. (…) El otro elemento que dio origen a esta película fue un amigo que había importado guantes mágicos de la China, y tenía el mismo discurso que el personaje: que la ola de frío, que con eso se salvaban, que había importado esos guantes y después no lo pudo vender.”
Rejtman luego realizó un medio metraje “Entrenamiento elemental para actores” (2009); el corto “Shakti” (2019); y los largometrajes “Dos disparos” (2014); “La práctica” (2023) y recientemente “El repartidor está en camino” (2024). Su impronta y singularidad lo ubica entre los más originales directores argentinos.
Por otra, Martin Rejtman es primo de Daniel Burman, el director de, entre otras realizaciones, la serie “Iosi, el espía arrepentido” (2022-2023) y sus familias son de Las Moscas, (originalmente Colonia Leven) en Departamento Concepción del Uruguay, Entre Ríos.