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Christian Petzold es un auténtico creador de climas. Sus films son ambiciosos y desafiantes. Sus historias generan ambientes y situaciones tensas en una Alemania actual y atravesada por inmigración y la marginalidad.

Las películas de Christian Petzold generan un estado de ánimo en el espectador que le incita a la reflexión posterior y consiguen que su opinión vaya enriqueciéndose de conceptos, colores y apreciaciones. De forma tal que la valoración de los films va mutando, en un crecimiento no exento de goce respecto a la percepción de elementos trascendentes que ellos poseen.

Es Petzold, un director nacido en Hilden, un pequeño pueblo de Renania del Norte-Westfalia en el occidente de Alemania e integrante de la Escuela de Berlín, conjuntamente con otros ahora apreciados cineastas como Angela Schanelec y Thomas Arslan. Elabora sus propios guiones, en algunos de los cuales ha colaborado el reconocido teórico Harum Farocki. Son sus películas un homenaje al cine tradicional e incluye en ellas numerosas referencias muy visibles para cinéfilos. Son singulares, llamativamente distintas, desafían al intelecto y convierten al espectador en un partícipe necesario.

“En tránsito (Transit)” (2018), transcurre en una Marsella dominada por los nazis, con un triángulo con reminiscencia de “Casablanca”. El personaje principal interpretado por Franz Rogowski se adueña de la identidad de un escritor fallecido y en función de ello intenta un salvoconducto en el consulado de México. Se enamora de una misteriosa mujer y se involucra en un triángulo amoroso con un médico que también, como todos, quiere escapar del horror de la guerra.

Transit – 2018

Está basada en una novela de la escritora alemana Anna Seghers. La particularidad de esta realización radica en que Petzold altera la temporalidad y ubica la acción en la actualidad incluyendo la temática de la inmigración y la marginalidad de los indocumentados en Francia.

Con una marcada interacción con la música, la fotografía y la puesta en escena, el director consigue una realización que atrapa y permanece en el recuerdo por lo original de la transcripción a una época distinta. El clima subyacente durante todo el metraje y la composición de los personajes se deben fundamentalmente a la mano del director, quien amalgama suspenso, drama y vueltas de tuerca. El guión entonces consigue verosimilitud y logra involucrar al espectador en un film que, además de los homenajes explícitos, recuerda a los sólidos melodramas de Truffaut o Kar Wai.

“Jerichow” (2008) transcurre en una pequeña localidad de lo que era Alemania Oriental y es otro triángulo amoroso. Es este caso, recrea el ambiente de un clásico de la literatura policial y el género negro cinematográfico, “El cartero siempre llama dos veces”, de James A. Cain. Un comerciante de origen turco casado con una mujer (impecable Nina Hoss, habitual actriz en films de Petzold) que tuvo un paso por la cárcel y que pudo cancelar una importante deuda gracias a la fortuna de su esposo se involucran con un ex combatiente en Afganistán que necesitado de trabajo retorna al pueblo.

Jerichow – 2008

El guión del propio director contiene un suspenso constante, y describe con precisión a los personajes hasta en los detalles que los convierten en emblemáticos. El rico traicionado por la mujer y el joven que se ve envuelto en una fogosa relación que deriva en un intento de asesinato. Se suma una visión muy personal de la inmigración turca, una reflexión del amor vinculado al dinero y de la pasión desencadenada en un ámbito pueblerino que invita al ocultamiento y la mentira. Son seres interesados y despiadados. En cierta forma implacables.

La última realización de Petzold, “Ondine” (2020), con un guión de su autoría, una fábula sobre la inmaterialidad del amor que puede extenderse metafóricamente a la relación posible o no entre seres humanos o no. El director nos vuelve a interpelar mostrándonos como factible la concreción de una historia de amor entre un hombre y una sirena.

Parece irreal pero la gran virtud es conseguir que como espectadores le creamos todo lo que nos cuenta. Incluso eso. Algo que no terminamos de comprender pero que mantenemos en nuestra memoria y seguimos perfeccionando el entendimiento con el paso de los días.

También en “Ondine” hay un triángulo amoroso, aunque no simultáneo. En el comienzo una guía turística que trabaja para el ayuntamiento de Berlín emplaza a su enamorado a que se quede con ella o se encontrará con la necesidad de matarlo. La protagonista (Paula Beer, también protagonista de “En tránsito”), es abandonada por su enamorado. Acto seguido, se encuentra con un buzo industrial (Franz Rogowski) del cual queda prendada. Comienza una historia de amor y la anterior historia parece haberse quedado en nada, hasta que en un paseo bordeando el río se cruzan los antiguos amantes.

Ondine – 2020

En un Berlín mostrado en maquetas y, en menor medida, en sus exteriores con la demostración de su increíble recuperación y su increíble desarrollo urbano, transcurre esta exótica historia donde el agua, la muerte y el amor tienen protagonismo permanente. La música, de Bach. En momentos particulares suena el “Stayin´alive” de Bee Gees. La fotografía se engalana con una ciudad fascinante y emblemática.

Petzold es heredero de la cultura europea atravesada por siglos de evolución de las ideas, horrores como las guerras de los últimos siglos y en su caso particular por la separación y luego reunificación alemana. Ha dirigido un número limitado de films pero algunos de ellos han sido de gran significación y objeto de premios internacionales como “Bárbara” (2012) y “Phoenix” (2014).


Es un director que consigue una integridad con sus actores con los que cuenta en más de una ocasión. Es meticuloso, poético y un delicado creador de climas. Necesario en un cine ávido de guiones, Los suyos son inteligentes, desafiantes e interpelantes.